Llego a esta galería de arte a partir de mis conversaciones con Christiane Brackhausen. Le pregunto por el retrato de Tina del que habla en su libro, me responde que se vio obligada a venderlo a una galería de Nueva York cuando se unificaron las Alemanias, que sus ahorros de la República Democrática Alemana perdieron su valor. Era la Galería Throckmorton, pero hacía más de cuarenta años de eso y no podía saber si la fotografía seguía estando allí.
Contacto con la galería, les visito y sacan cajones y cajones relacionados con Tina; y allí está, el retrato que Edward Weston hizo a Tina Modotti, el mismo que ella siempre llevaba consigo, el mismo que dedicó y regaló a su amigo Baltasar Dromundo antes de tener que salir de México para Europa, el mismo que un anciano Baltasar Dromundo vendió de manera simbólica a mi actual amiga Christiane. Y allí estaba esa fotografía que habían tenido en sus manos Weston y la misma Tina, y que tanto había significado para ella.
No podía creerlo.